El esguince de tobillo es una lesión muy frecuente en el deporte. Usualmente el mecanismo de lesión se produce por una inversión del pie, produciendo daño en los ligamentos laterales del tobillo.
El deportista refiere que se “torció” el tobillo al dar un mal paso cuando estaba corriendo o al aterrizar de un salto.
Si el deportista es capaz de soportar el peso de la pierna, y puede seguir corriendo y saltando, puede retornar al terreno de juego. Si no es capaz de realizar estas acciones, entonces es mejor que se retire del juego, que sea evaluado por un médico y que se realice una radiografía simple como prueba complementaria, para poder descartar cualquier fractura o luxación.
Los esguinces de tobillo se pueden clasificar en los grados I, II y III. Un grado I causa un estiramiento de los ligamentos laterales del tobillo, el paciente puede caminar sin ayuda de muletas. Una rotura parcial de los ligamentos laterales se clasifica como un grado II y es posible caminar algunos pasos sin ayuda. Un grado III (esguince grave) consiste en una rotura completa de los ligamentos y una incapacidad para caminar.
El grado de edema y equimosis (moretón o cardenal) ayudan al médico a localizar la lesión y determinar el grado de la misma. Hay que realizar una evaluación más exhaustiva en el caso de esguinces severos que no presentan mejoría después de 4 o 6 semanas, sospechando una fractura o una lesión nerviosa como una neuroapraxia (perdida de sensibilidad) debido a lesión del nervio peroneo, pero este tipo de lesión se suele resolver con el tiempo sin ningún tipo de tratamiento.
En los esguinces graves del ligamento lateral externo del tobillo, siempre se deben descartar lesiones añadidas como una luxación subastragalina, una fractura del proceso anterior del calcáneo, el proceso lateral del astrágalo o una fractura avulsión de la base del 5 metatarsiano.