La hernia discal consiste en la salida de material discal de su localización anatómica.
En la columna dorsal, el 75% ocurre entre D8 y D12. El canal vertebral torácica o dorsal tiene relativamente poco espacio disponible por lo que la hernia es peor tolerada que en la región lumbar. El rango de síntomas iniciales va desde dolor axial y disconfort hasta radiculopatía o mielopatia.
La columna lumbar es más frecuente, pero sólo del 4% al 6% se vuelven sintomáticas. El segmento más frecuentemente afectado es el L5-S1 y después el L4-L5.
El 90% de las hernias discales lumbares mejoran en los 3 primeros meses con tratamiento conservador.
La hernia discal se puede clasificar según se rompa el anillo fibroso y el material discal puede llegar a comprimir una raíz nerviosa o invadir el canal vertebral (hernia extruida). También están las protrusiones o prolapso discal, en este caso las fibras periféricas están intactas y el material discal no comprime ninguna estructura nerviosa (hernia contenida).
Afortunadamente la mayoría de las hernias son protrusiones o prolapsos del disco, que en muchos pacientes no llega a producir ninguna sintomatología; Incluso si se realiza una resonancia (RNM) a una persona sana que no presenta ningún síntoma, se pueden encontrar cambios degenerativos en el disco o protrusiones.
Lo ideal es que los síntomas del paciente, el examen físico y las imágenes coincidan y corroboren un diagnostico, con esto se puede concluir dos cosas: la primera que nunca se debe sentar la indicación quirúrgica sólo en base al resultado de la RNM y la segunda que muchos pacientes asintomáticos se aprovechan de los resultados de una RNM para la posibilidad de renta o litigio laboral.
Cuando la hernia es extruida y compromete significativamente una raíz nerviosa y produce dolor severo acompañado de déficit motor y/o sensitivo. Entonces el tratamiento quirúrgico podría estar indicado.
Las indicaciones absolutas para la cirugía de la hernia discal lumbar son el síndrome de la cola de caballo (alteración de esfínteres) y el déficit neurológico progresivo.
La discectomía parcial (quitar un trozo de disco que comprime el nervio) sigue siendo el patrón de oro de la cirugía. Se puede realizar mediante cirugía abierta o mínimamente invasiva, pero no hay evidencia de nivel I que demuestre superioridad de un tipo de cirugía sobre el otro.